PEKIN.- Luego de tres décadas de imponente crecimiento, China superó a Japón como la segunda economía del mundo, la prueba que confirma que el país comunista se ha consolidado definitivamente como una gran potencia que está replanteando el equilibrio comercial, político y militar del planeta.
Los analistas ahora están intentado pronosticar cuándo logrará desplazar a Estados Unidos, la mayor potencia global, algo que, según el Banco Mundial, podría suceder en menos de una década.
El gobierno japonés reconoció ayer que el Producto Bruto Interno (PBI) nominal de China fue superior al de Japón en el segundo trimestre (abril-junio) de 2010: 1,337 billones de dólares contra 1,288 billones de dólares, respectivamente.
Hace una década, China era la séptima economía mundial, pero el gran desarrollo del país asiático permitió que, desde 2001, creciera un 261% acumulado, mientras que Japón avanzó sólo un 5% en ese período, según cifras del Banco Mundial.
"Esto significa que el mundo le prestará más atención a China, especialmente en momentos en que la mayoría de los países occidentales están atrapados en problemas de deuda", dijo el economista Lu Zhengwei, del Banco Industrial de Shanghai.
China desbancó a Japón después de haber superado en los últimos años a Alemania, Francia y Gran Bretaña, gracias a tres décadas de un vertiginoso crecimiento que ha cambiado dramáticamente el lugar que ocupa el gigante asiático en el mundo.
Las empresas estatales chinas han invertido miles de millones de dólares en minas y en campos petroleros desde América latina hasta Irak. Además, la presión del gobierno de Pekín ha ayudado a las economías emergentes a alzar su voz en el Banco Mundial y en otras instituciones globales.
A nivel humano, el crecimiento de China sacó a millones de personas de la pobreza y envió una avalancha de estudiantes y turistas a Occidente.
Sin embargo, el crecimiento trajo aparejado grandes contradicciones. La desigualdad entre la elite que se ha beneficiado con el auge económico y la mayoría pobre del país es tan extrema que el ingreso promedio de la población está entre los más bajos del mundo.
En contraste, los japoneses se cuentan entre los más ricos, con un PBI per cápita de 37.800 de dólares en 2009, frente a los 3600 de China.
No obstante, en conjunto, la economía China es una aplanadora: emplea la mitad del hierro mundial y más del 40% del acero, aluminio y carbón. El año pasado, superó a Estados Unidos como el mayor productor mundial de automóviles, y a Alemania como el mayor exportador. Además, es uno de los mayores importadores mundiales de petróleo y gas, y el mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero.
"Llegamos al punto en el que China está superando a Estados Unidos para convertirse en el motor del crecimiento del consumo", dijo Amar Gill, investigador de CLSA Asia-Pacific Markets.
China podría alcanzar a Estados Unidos en 2020, según un pronóstico que hizo el Banco Mundial en junio pasado.
Con una población diez veces mayor que la japonesa, se esperaba que China superara a Japón como segunda economía del planeta. Pero la crisis global y el estancamiento de Japón aceleraron los tiempos.
El Fondo Monetario Internacional pronostica para 2010 un crecimiento del 10,5% de la economía china, mientras que datos publicados ayer revelaron que en el último trimestre Japón apenas creció el 0,4 por ciento.
Deuda estadounidense
Por otra parte, las cifras sobre los tenedores extranjeros de deuda pública estadounidense publicadas ayer por el Departamento del Tesoro confirmaron una tendencia inquietante para la Casa Blanca: el descenso de las compras de China, primer acreedor de Estados Unidos.
China (excluyendo Hong Kong) detentaba en junio 843.700 millones de dólares de bonos del Tesoro, es decir 2,8% menos que en mayo, la cifra más baja desde junio de 2009, cuando el Tesoro comenzó a elaborar esta estadística.
"Las ventas de bonos del Tesoro por parte de los chinos recuerdan el poder que tiene este país para fijar su propia política cambiaria en oposición a los intereses estadounidenses", estimaron los analistas de Econoday.
En junio se produjo una clara inflexión en las relaciones económicas entre China y Estados Unidos: Pekín nunca amenazó abiertamente con vender en masa la deuda estadounidense y vulnerar el edificio de la deuda pública sobre el que reposa la política económica de Barack Obama. Pero cada declaración proveniente de Pekín sobre la gestión de sus colosales reservas de divisas extranjeras (más de 2,4 billones de dólares) hace temblar a Occidente.
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